Fotos afiche y entrada: www.cure-concerts.de
El 17 de marzo de 1987 yo tenía trece años,
acababa de comenzar el colegio secundario y volvía de mi clase de inglés cuando
me topé con unos melenudos vestidos de negro. Vivía a sólo dos cuadras de la
cancha del Club Ferrocarril Oeste, escenario en el que tocaría la famosa banda
inglesa The Cure esa misma noche y al día siguiente. Yo conocía algo de la
banda gracias a Marianela, una de mis amigas de la primaria, y si bien las
canciones me parecían muy buenas, me costaba entender que mi amiga estuviera
enamorada de un hombre que se empolvaba la cara como María Antonieta y se
maquillaba los labios con rojo carmesí (como se imaginarán, me refiero a Robert
Smith, el líder del grupo).
Recuerdo que me bajé del colectivo 92, en la
Avenida Avellaneda, y una oleada de pelos revueltos y ojos delineados me
desconcertó totalmente. Yo, en aquel entonces -con mis trece años y más ingenua
que Heidi- sentí que esa gente era muy extraña para mi limitado mundo, pero
también vi mucha juventud a la vez, y eso era un muy buen augurio a menos de
cuatro años del regreso de la democracia a la Argentina.
La visita de The Cure al estadio de Ferro
revolucionó a esa porción del barrio de Caballito: “¿Viste esos locos con el pelo
parado?”, se codeaban los vecinos ante el desfile de góticos y new-romantics
que se esforzaban por imitar el look de sus ídolos. Nunca había visto algo así
en mi corta vida, jamás.
Hacia la noche, desde el estadio de Ferro nos
llegaban entre nubes los sonidos de The Cure, y parece que por momentos la
música era tan estridente, que los vecinos de la torre de mi cuadra bajaron
despavoridos a la vereda, totalmente convencidos de que el edificio “había
temblado”.
La anécdota del “sismo” en Caballito sobrevoló
el barrio por varios años. Así como también el fashion show que ofrecieron los
fans de la banda. Esta es una de las cosas que más recuerdo de aquel día, que
dejó en evidencia el fenómeno que luego se conocería como “tribus urbanas”.
Pieza de arqueología: la entrada para ingresar al recital, cobrada en "australes" (una de las tantas monedas que hemos tenido en Argentina).
Qué lindo haber vivido una década que hoy se
considera vintage. Qué lindo tener recuerdos y qué lindo es compartirlos con
ustedes. Espero de corazón que les haya gustado la anécdota. Y si de casualidad
alguien estuvo en este recital de 1987, me encantaría conocer su experiencia!
Un beso grande amigos, hasta el viernes!!!!
Ja,ja! Más vintage, imposible...Australes! Me mata el recorrido en el 92 y tu cruce con los melenudos... tengo que preguntarle a amore, como buen vecino del barrio y rocker, allí debe haber estado...
ResponderEliminarBesitos:>
Que lindo recuerdo! Yo tenia 9 años en ese momento y amaba The Cure, mi papa los escuchaba. Mis compañeras de escuela no tenia idea de lo que les hablaba y si les hacia escuchar algo se espantaban...
ResponderEliminarMe siguen gustando mucho, pero me hubiese encantado tener la edad para ir a los recitales en esa época!
Besos
Australes!!!!!!! eso es muuuuy vintage!!!!ja ja,Buenisimo el post
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